domingo, 21 de octubre de 2012

Sitges 2012: Muestrario panorámico


El Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña tiene una capacidad abrumadora para recopilar títulos edicion tras edición, lo que permite repasar el año festivalero sin tener que viajar hasta Venecia, Cannes o Rotterdam. Este año, sin ir más lejos, Pietà, la ganadora de León de Oro en Venecia formaba parte de su programación, así como Holy Motors tras su paso por Cannes. Claro está que las temáticas de dichos festivales no suele ajustarse a la de Sitges, pero la dimensión de este último da cabida a una ingente cantidad de títulos y, con ello, al desquiciado tetris de los horarios cinéfagos.

De esas apuestas alejadas del fantástico y el terror tuve oportunidad de ver unas cuantas, entre ellas las nuevas propuestas de Cronenberg, Carax y Weeresethakul, así como rescatar el film de Kim Ki-Duk, que me fue imposible ver en Venecia. Y no puedo decir que fuera una grata sorpresa ya que, sumado a la tibieza de film que me pareció, hay que sumar la incomodidad del asiento (silla, vamos) y el considerable retraso con el que empezó la sesión. Y es que Ki-Duk volvía a esas historias turbias que le han dado prestigio, a ese cine áspero y antipático que (como es mi caso) si te pilla desganado te convierte en víctima.




Todo lo contrario resultó Holy Motors, film con el que inauguré el festival. Llenazo en la sala, reencuentros y un film que dio para horas y horas de charlas, donde Carax levanta un mosaico extraño y seductor a través del rostro de Denis Lavant y las diferentes vidas que adopta en Holy Motors. Y no son pocos los paralelismos que guarda con Cosmopolis, el film de limusinas de Cronenberg con Robert Pattinson al frente. El cineasta canadiense parece culminar su viraje estilístico en un film donde la palabra es omnipresente y la cámara es un animal enjaulado en las paredes de una limusina. Muchos echarán de menos al Cronenberg de los 80, pero parece que su hijo se encarga de tomar el relevo en Antiviral, su debut, donde la nueva carne parece volver a la vida para demostrar que su tiempo ya pasó: el padre está en mucha mejor forma que el hijo, porque el mutágeno contemporáneo se transmite oralmente y no por vía intravenosa.

Otro de esos films que venían con éxito de crítica de otros festivales era Bestias del sur salvaje, del desconocido Benh Zeitlin, película que equivalía a la "perla" que en la edición anterior fue The artist. En mi caso me topé con lo mismo: film amable con una buena excusa y sobrado conformismo, a lo que sumar una niña protagonista odiable hasta la médula. Lo podéis imaginar solitos: las víctimas del Katrina, una niña orgullosa de sus orígenes, el loco mundo de los adultos y el triunfo de la esperanza... y chim-pon, planos low-cost, melodrama y a por otra cosa.




Todo lo contrario que las apuestas de Maddin y Weeresethakul, rocosas y fascinante, imbricadas en su narrativa, circulares, asombrosas. Cualquier de las dos serviría para perder varios amigos pero la experiencia que suponen resultó de lo más grato de este Sitges 2012. Podéis acudir a cualquier sinopsis para ver que si bien Keyhole se adscribe al noir, Mekong Hotel trata sobre vampiros, pero basta con conocer la trayectoria de sus directores para saber que cualquier sinopsis se queda corta: si Keyhole es un viaje por la memoria y el gérmen del engaño, Mekong Hotel cabalga entre el documental y la ficción vampírica para borrar ese río que las separa y que da nombre a su pieza.

Solo esta pléyade de títulos justificaría una sección oficial y, sin embargo, ninguno lo era en Sitges, ni tan solo en algunos de los festivales donde fueron presentados. Y lo cierto es que no lo necesitan, basta con que, para muchos, justifique el entusiasmo que despierta Sitges en quienes año tras año lo consideramos una cita ineludible en el calendario.



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