sábado, 30 de julio de 2011

El sistema: Tropa de élite vs La soledad del corredor de fondo

 



Existen dos visiones distintas del sistema en el díptico firmado por Jose Padilha: como placebo y como excusa. Enfundados en la piel del capitán Nascimento vivimos la lucha contra el mercado de la droga en la favelas brasileñas de Río de Janeiro. El BOPE trabaja más allá de lo ético y lo legas para combatir aquello más allá de lo ético y lo legal, pero son los motivos a ambos bandos los que los diferencian, mientras ese ente llamado sistema (grupo de gente que decide) capea su incapacidad para afrontar el problema restando notoriedad a las intervenciones militares del comando del capitán Nascimento. Así, el sistema justifica la necesidad del BOPE mientras ejerce de apagafuegos ante la opinión pública, siendo el sistema casi un aparato al servicio de una organización con un objetivo tan claramente definido que los desvíos intencionales parecen disiparse en un férreo pensamiento único.

Sin embargo, la secuela eleva de rango a Nascimento para dotarlo de perspectiva ante el funcionamiento interno del sistema, demostrando que la mierda flota y asciende capa a capa los estratos sociales de Río de Janeiro. Si el BOPE mira hacia abajo se encuentra a si mismo como remedio, pero si mira hacia arriba se descubre como excusa para permitir el mismo tipo de contrabando contra el que lucha, pero en su propia casa. Nascimento conoce tanto ideales como enemigos, y por ello hiere al sistema desde dentro, dejando que se desangre y aceptando que la mierda que sube volverá a caer sobre las cabezas de los inocentes. Ambos retratos resultan maniqueos (más en palabra que en acto), pero con ello se alcanza un equilibrio donde el BOPE, moralmente, adquiere significado.



Richardson aborda de manera diferente la lucha contra el sistema en La soledad del corredor de fondo, vistiendo de rebelde a su protagonista. En ella no existe propiamente el sistema, sino que es el propio mundo quien no parece dar cobijo a Colin, liberado de la ley familiar (el padre) pero sometido a la ley nacional (policía) en ese tránsito a la supuesta madurez que supone liberarnos del yugo paternal. Así es como su lucha no tiene más objetivo que perpetuarse hasta hacer indistinguibles correr de huir, pulmones de perseverancia. De esta manera no expone hechos sino que se apoya en un contexto socio-cultural inherente al espectador, alineando estados anímicos y no motivos o excusas, para perfilar, no a un protagonista estático en su evolución, sino al sistema que representa el centro de menores junto al propio grupo de reclusos. No hay empatía hacia uno u otro bando porque ambos nadan a favor de corriente, mientras Colin carga sobre sus espaldas (sin justificación explícita) los males de ambas posturas.

No hay guerra en el film de Richardson, sino una mera batalla a ganar sabiendo que la única victoria final es pariente cercano de la vista en Quadrophenia. El motor de La soledad del corredor de fondo no es el activismo sino el pesimismo, hermanándose así con La evasión y asumiendo que el individuo es impotente si no forma parte de un colectivo. No eran tiempos para héroes, ni lo siguen siendo, sino que el mártir se convierte en el catalizador o el chivo expiatorio en sociedades del bienestar donde el anonimato del vecino no es motivo suficiente para abandonar nuestro sillón, donde la comodidad es más importante que la justicia y la gente como yo nos engañamos al creer que escribir sirve de algo. Por eso el film de Richardson goza de mejor madurez de la que le espera al film de Padilha.

 

viernes, 29 de julio de 2011

La recomendación de la semana: The Chaser


Cine surcoreano, de la mano de Na Hong-jin en un film a contrareloj.

 

miércoles, 27 de julio de 2011

Grandes bandas sonoras: Hasta que llegó su hora


Impresionante banda sonora de Morricone, que por otro lado es lo habitual...

 

lunes, 25 de julio de 2011

La imagen de la semana


Va para cuatro añitos este blog, y no cabe duda que ha vivido mejores épocas, donde no solo no quedaban posts huérfanos sino que superaban los 20 y 30 comentarios (casi) sin despeinarse. Recientemente alcanzaba las 200000 visitas, que hacen una media de algo más de 150 visitas diarias, que suena a chufla si una mira hacia arriba, pero que se antojaba utópico cuando aún estaba pensando nombre para esta calle. El caso es que no, no cierro el blog ni esto es una despedida, sino una celebración en la pequeña família que ha ido quedando por LCM, y es que si año pasado podía lucir acreditación de prensa por el Festival de Sitges gracias a vosotros, este año será el Festival de Venezia el que me ceda acreditación para disfrutarlo. El agradecimiento debería ser para los lectores de Cineuá (medio por el que voy acreditado), pero ¡qué leches! estos son mis orígenes así que os lo agradezco a vosotros.


 

sábado, 23 de julio de 2011

La recomendación del lector


Bueno, tras un prolongado periodo de reflexión, es hora de decantarse por alguna de vuestras propuestas. Así que intentando repartir elecciones me quedo esta vez con la propuesta de Marguis, En busca de Bobby Fischer, segunda apuesta ajedrecística de esta sección tras Fresh, propuesta por Mr.Lombreeze. ¡Gracias a todos por vuestras recomendaciones!

 

viernes, 22 de julio de 2011

La recomendación de la semana: El único superviviente


Tan modesto como extraño, ochentero y loco. Un film a ratos brillante, a ratos vulgar, pero siempre cachondo y con una BSO pegadiza que podéis escuchar en el trailer.

 

miércoles, 20 de julio de 2011

Grandes bandas sonoras: El Sur


Al igual que vuelvo a El Sur, vuelvo a colar música clásica en una entrada para bandas sonoras, porque el binomio Erice-Granados es un lujazo. Dos piezas de las Danzas españolas del compositor catalán aparecen en el mencionado film, la número 5 (Andaluza) y la número 2 (Oriental).

La primera de ellas es muy conocida, y le sirve a Erice para evocar el sur de manera mágica en la escena en que la madre cuenta a la protagonista los orígenes de su padre.


La segunda acompaña la escena donde la protagonista sorprende a su padre escribiendo una carta en el Café Oriental. El fragmento que suena es el central de la pieza, más melancólica que arranque y final.


Y si os parece excesivo tanto piano, os dejo con una masterpiece de Camela, que siempre entran bien.

 

martes, 19 de julio de 2011

La frase de la semana: The Pacific


"¿Sabéis por qué luché? Por la televisión..."

 

lunes, 18 de julio de 2011

La imagen de la semana


Sweet Jesus, el mismo día que liberan el trailer en calidad chachi de The Dark Knight Rises, se filtra el de The Avengers, y con ello internet se vuelve loca. Entiendo que es la Comic-Con, pero por lo que respecta a Thor, IronMan, Hulk y compañía no veo motivo alguno para el hype. Tampoco lo vería para el film de Nolan, pero al menos tiene precedentes exitosos, pese a que el teaser para el cierre de la trilogía del murciélago vuelve a pecar de un desmesurado ego.

Si no os basta con esto, sabed que Kevin Costner estará en Django Unchained, el nuevo film de Tarantino.

Ante tanto tontería no queda más que celebrar el 25º aniversario de Aliens, uno de esos films que Nolan no sabría rodar. Se estrenó un 18 de Julio de 1986, y aún nos la sigue poniendo palote, y sino ahí dejo la correspondiente imagen.


 

miércoles, 13 de julio de 2011

Grandes bandas sonoras: Ascensor para el cadalso


Miles Davis grabando la pieza del film de Louis Malle... improvisada...

 

martes, 12 de julio de 2011

Transformers: el lado oscuro de la Luna: “Estás buena, pero no eres muy lista.”


Publicada en Cineuá:

Nadie puede negar que la fórmula de Michael Bay funciona: lleva más de 3000 millones de dólares recaudados con sus ocho films anteriores. Ello le ha valido para coronarse como el rey del Blockbuster y, mientras la crítica se ha cebado cada vez más con sus películas, él ha demostrado interesarse poco en dichos juicios de valor, escudado en los magníficos números que en taquilla han tenido sus criaturas. Es más, como causa o efecto de críticas y recaudaciones, sus films han ido perdiendo factura en pro de espectacularidad, ahogando añejos destellos de brillantez para apostar por fórmulas cada vez más simples y directas, por concebir el cine como un entretenimiento asociado siempre a una pantalla grande en un mundo de home cinemas y portales de descarga.


Quizás todo el cine de Michael Bay sea una gran broma para poner sobre el tapete el agotamiento de un modelo, siempre a caballo de las modas; o tal vez sea simplemente la postura de un cineasta más comprometido con su público que con su obra, aunque desde luego su filmografía es sinónimo del cine como espectáculo a partir de los 90. A partir de ese hecho podemos empezar a resaltar rasgos que puedan mostrar a Bay como un rebelde dentro del sistema, un agitador que sólo entiende el gesto como hipérbole y que ejerce la crítica desde la obviedad, a la manera en que era escondida la lejana carta robada que Poe narró. De hecho, parafraseando a uno de los robots de la segunda entrega en su valoración sobre Megan Fox, el cine de Bay está bueno, pero no es muy listo… o eso parece.


Y es que Bay coge el sueño americano para anabolizarlo, poniendo a personajes que bien podrían aparecer en las obras de Capra y Homero ante hecatombes donde más que actuar, deban reaccionar. Así, el outsider opta a la gloria y con ella a la chica siempre por fastuosos derroteros donde el ideal americano no surge de la evolución de un carácter, sino de un despertar repentino a una realidad incuestionable. Así es como, habitualmente, la sociedad americana ha huido de las crisis de valores para abrazar de nuevo el sueño americano: con plomo. Y si planteamientos simplistas encuentran eco en el público, de poco sirve el rechazo crítico, ya que la mayor crítica la constituye su éxito.




Si retomamos La isla (The Island, 2005), nos encontramos con personajes que viven en una anodina felicidad perpetua, estilizada hasta el paroxismo, y que al descubrir su oculto propósito vital deben atravesar el infierno para ser “normales”. Crisis de valores, plomo, sueño americano. Algo parecido sucede en Pearl Harbor (2001), donde básicamente el sueño americano se construye sobre los únicos supervivientes de la guerra, dando un twist tan pesimista como bizarro al relato de amor clásico y dejando las decisiones en manos del acierto de los tiradores nipones. En el caso de Transformers se hace patente el concepto de sueño americano como clavo ardiendo en el momento que el personaje de Sam Witwicky completa una trilogía sin evolución alguna, más allá del cambio de estado para acomodar el happy ending, asumiendo el compromiso con la chica de turno solo a través del estatus de héroe en historias donde ni tan solo es el verdadero protagonista. No importa el contexto ni los motivos, aquello que permanece inmaculado tras la batalla son los valores que impelen a procrear con la primera aspirante a starlet que nos acepte, a tener mejor coche que el vecino y una posición económicamente acomodada.


Bay es consciente de la capacidad de abrumar que tienen las imágenes, del colapso esencial del posmodernismo al desvestir cada vez más de significado al encuadre, y su manera de reivindicarlo, cual mártir yanki, es hundir su propia carrera entre fuegos artificiales. Sólo así se explica su cine cada vez más deliberadamente extenso y vacío, agregando a su universo puntuales tendencias visuales en conjuntos de set pieces bélicas que, cada vez menos, necesitan de un hilo conductor, porque el fastuoso conglomerado visual no es más que gore digital alejado de cualquier tipo de emoción humana. Así pues, con Transformers: el otro lado de la Luna (Transformers: Dark of the Moon, 2011) presenta su baza más ambiciosa: una oda al cine para máquinas.


Por eso la tercera entrega de Transformers se antoja tan necesaria, porque se presenta como epitafio a un cine ahogado por su propio creador, un contundente retrato de ideales allende los mares que bajo la excusa del entretenimiento abofetea mentes incapaces de despertar ante el constante bombardeo visual del mainstream, las televisiones, youtube, ipads, etc. El experimento Ludovico ha fracasado y, cuando las altas esferas del pensamiento no son capaces de dar respuesta, es momento de acudir a la sabiduría de personajes como el Makinavaja y entonar aquello de “En un mundo podrío y sin ética a la gente sensible sólo nos quea la estética”. Quizás el día que Bay obtenga su primer fracaso importante se refugie en su mansión, se prepare un acicate, ponga algún canal de noticias y sonría pensando para sí mismo “joder, por fin lo habéis entendido.”

 

miércoles, 6 de julio de 2011

Grandes bandas sonoras: Trailers


Sí, es una excusa cualquier para meter música clásica en LCM, al estilo Mr.Lombreeze, solo que con más pelo e ignorancia. El caso es que en muchos trailers siempre nos suenan ciertas melodías a las que no sabemos poner nombre, así que hoy toca una de tráilers con musiquita chanante. El primero de ellos es el célebre trailer de The Tree of life, de Terrence Malick:


La primera de ellas es de Bedřich Smetana, padre de la música checa. La pieza se llama Vlatva, que es el nombre en checo del río Moldava, y forma parte del ciclo de poemas sinfónicos Mi patria.





El segundo es de Patrick Cassidy, compositor aún en activo cuyas piezas se han usado en varios films. En este caso se trata de su Funneral March.


Pasamos al trailer de Confessions, film de Tetsuya Nakashima del que podéis leer mi opinión aquí. En el trailer tenéis hasta cuatro piezas distintas:


El primer fragmento es una versión para piano del Capricho nº24 de Niccolò Paganini, pieza creada para lucir el virtusismo como violinista de su autor.


La segunda pieza es el tercer movimiento de la Sinfonía nº9 "Del nuevo mundo", compuesta por Antonín Dvořák, heredero de Smetana en la música nacionalista. Esta sinfonía nace tras la estancia del compositor en EE.UU., inspirada por la música de los nativos americanos.

La tercera no tengo ni idea, así que os lo dejo a vosotros para así animaros a comentar. Si tuviera que lanzarme a la piscina, me suena a obertura de una ópera de Mozart.

Y la cuarta, sin tanto glamour como las anteriores, es el Last Flowers de Radiohead.


Y hasta aquí el rollazo musical de hoy, más extenso de la habitual. La semana que viene "politonos que hacen desear la muerte ajena".


 

martes, 5 de julio de 2011

La frase de la semana: El sur


"... pos qué raro eh el mundo... en unos laos la gente se asa de caló, y en otro se hiela de frío. Osú, Dios ya tiene edá pá saber lo que hase."

 

lunes, 4 de julio de 2011

La imagen de la semana


Pues ya tenemos los primeros films de la nueva edición del Festival Internacional de cinema fantàstic de Catalunya, y vuelve el gusanillo habitual a tres meses de que arranque. Abrirá la edición (esta vez inspirada en Inteligencia Artificial) el debut de Kike Maíllo, un film titulado Eva y del que os dejo teaser y poster. Podéis consultar el resto de film del avance en este link.



 

sábado, 2 de julio de 2011

Nombres, rostros...


En un momento de la tibia Cara a cara (John Woo) Nicolas Cage se mira al espejo y espeta al habitante del reflejo un reivindicativo "¡Soy yo!" en pleno delirio alucinógeno. No es un acto fútil, ya que la pérdida del rostro conlleva el salto a otra identidad, no sólo en la relación con nuestro entorno sino en la propia esencia de lo que somos. Y no deja de ser extraño que en el film de Woo se cosifique tan importante elemento cuando dentro de la trama se le atribuye tanto de intangible, media alma, para una vez devuelto a su lugar de origen retome su condición de medio y no fin. Pero ¿es un rostro algo más que una serie de rasgos o un mero catalizador?

Los disfraces nos dan anonimato, cierta impunidad en actos que nuestra firma no consentiría, en un mero ejercicio social donde los pecados recaen sobre una identidad pero no sobre una conciencia. Por ello resulta tan hipócrita la resolución de Cara a cara, afianzada en la recuperación de un rostro como elemento indispensable de la identidad en una triunfante oda a la superficialidad y a la capacidad dramática de lo inerte frente a las acciones, a la palabra sobre el verbo. Basta con quitarse al máscara para cerrar un paréntesis y arrojarlo al fondo del océano.


Jarmusch no opina igual y nos presenta en Dead Man la mutación de un personaje en su alter ego literario, llevando la crisis existencial de un protagonista a un reencuentro consigo mismo en las sombras de los rasgos perfilados por otros, hayando en los desconocido lo más íntimo. No existe una indentidad a recuperar ni el arco argumental busca volver al origen, sino que el camino cincela al protagonista como su (alter) ego con la asombrosa coherencia de quien entiende que las esencias no existen, que tras los atributos y los actos solo se esconde la nada.

Y si el protagonista usurpa identidad, su partenaire carece de ella, un guía llamado Nadie cuya inconstante presencia parece tan errática como el devenir del protagonista. Así, a diferencia del film de Woo, se confrontan anónimos a cazarecompensas precedidos por su leyenda, ahogados en sus méritos pasados e ignorantes de que las sombras no pueden ser cazadas. Mientras Jarmusch asesta un derechazo en la cara del espectador, Woo deja a sus protagonistas ahostiarse entre ellos, olvidando que más allá de apuestas estilísticas, contextos y taquillas, nadie querría tener la cara de John Travolta.

 

viernes, 1 de julio de 2011

La recomendación de la semana: Tropa de élite


Menos facilona que Ciudad de Dios y más compleja aún en su segunda parte. Además, blanco fácil para quienes ven apología de la violencia en cada esquina.