domingo, 20 de julio de 2008

La torre de los siete jorobados: Cuando mirar atrás es obligado


Revisionar viejos films es una actividad denostada hoy día, en un mercado que semanalmente bombardea a los espectadores con infinidad de propuesta de toda clase. Echar un ojo a todos los films interesantes que nos van llegando es imposible, y mucho menos sacar tiempo para buscar tesoros del pasado. Y desde luego no se pueden obviar más de 100 años de historia, de grandes joyas que el olvido y el ritmo frenético de las productoras se encargan de enterrar.

El caso de hoy es muy especial por tratarse de una producción española de 1944, basada en la obra de Emilio Carrere y dirigida por el madrileño Edgar Neville, que junto al propio Carrere y José Santugini se encargaron de crear un guión lleno de intriga, comedia y terror. Sin lugar a dudas, y más allá de la calidad del film, La torre de los siete jorobados es una auténtica rareza.

Basilio Beltrán (Antonio Casal) pasa las noches viendo actuar a la Bella Medusa (Manolita Morán) mientras bebe y juega a la ruleta. Una de esas noches un extraño hombre (Félix de Pomés) le indicará con antelación los números ganadores de la ruleta, cosa que reportará importantes ganancias a Basilio, y por los que se le pedirá un favor a cambio.

Tan extraño caballero resultará ser el espíritu del asesinado Robinson de Mantua que le pedirá protección para su sobrina (Isabel de Pomés) a Basilio. Así el protagonista se verá inmerso en el mundo subterráneo de Madrid donde un grupo de jorobados viven en una antigua ciudad judía que protegerán con su propia vida.

Si algo cabe destacar en esta cinta es el guión, muy bien dosificado para mantener constantemente la intriga y mostrar las cartas poco a poco. En él se combinan el humor costumbrista de la época, con un retrato del Madrid pobre de posguerra, con la oscura intriga y el expresionismo de algunos personajes y la recreación de la ciudad subterránea.

Apoyándose en la ambigüedad de varios personajes, la historia guía a su cándido protagonista con paso lento pero firme hacia el misterio de la torre de los siete jorobados, resuelto hábilmente de manera terrenal, pese a los elementos fantásticos con los que arranca el film.

A destacar la labor de de Guillermo Marín como el perturbador doctor Sabatino, así como la de Félix de Pomés y su extravagante caracterización. El resto del reparto cumple con corrección gracias a la excelente labor del director, que nos regala una serie de escenas de gran elegancia, aunque repito que su gran baza es el guión, ese elemento tan infravalorado.

En definitiva, La torre de los siete jorobados es un film notable, una curiosa joya de un cine olvidado que nos regala un viaje al pasado, una historia excelente como contrapunto al cine actual.

Lo mejor: Su rareza, que la hace más valiosa aún.

Lo peor: El sonido, con 64 años sin remasterización.

El dato: Mis disculpas por la calidad de las imágenes, ya que es harto difícil encontrar mejores de la que es considerada como primera película de género fantástico española.

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